Viaje a Múnich: en busca del oro líquido
Para todos los que me conocen no es un secreto lo muchísimo que me gusta viajar. De hecho, muy probablemente si me tocara la lotería, me gastaría todo el premio en viajes.
Pues bien, esta Semana Santa mis padres, mi hermana y yo hemos hecho las maletas y hemos volado hasta Múnich, la capital de Baviera (Alemania).
Cuando reservamos los billetes no sabíamos cómo quedaría repartida la clasificación de la Champions, pero justo el viaje coincidió con los días previos al partido Real Madrid vs. Bayern de Múnich, ¡y no veas lo que nos reímos con los alemanes!
No te voy a engañar. Múnich no tiene mucho para ver, pero su ambiente (en especial el de los Bieregärten y las tabernas) hace que me lo haya pasado tan bien que lo ponga a la altura de Berlín. Las fotos lo demuestran.
¿Sabes por qué Múnich se llama Múnich? Porque en alto alemán antiguo Munichen significaba “en el lugar de los monjes” y es que la ciudad empezó siendo un pueblo poblado solamente por monjes. Así que cuando camines por sus calles y veas monjes en las alcantarillas, en el ayuntamiento, en iglesias y bares, no te sorprenderá.
Marienplatz y sus alrededores
La Marienplatz y sus alrededores forman el casco antiguo. ¡Es chulísimo y tiene un montón de curiosidades! En esta plaza hay dos ayuntamientos: el viejo y el nuevo. ¿Te puedes creer que el Altes Rathaus (Viejo Ayuntamiento) es en apariencia más nuevo que el nuevo? Eso es porque tras la Segunda Guerra Mundial el viejo ayuntamiento quedó destrozado y a posteriori lo renovaron. Vamos como un lifting en una mujer de 70 años.
En el Neues Rathaus (Nuevo Ayuntamiento, el que parece más antiguo) se encuentra el quinto reloj de carrillón más grande de Europa. Suena todos los días a las 11h y a las 12h y en él se representa el baile tradicional con sus barriles de cerveza y un torneo medieval donde, por supuesto, gana el caballero bávaro.
Muy cerquita de la plaza está la catedral, que también sufrió cambios por las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, sus dos altas torres están intactas porque los pilotos en la guerra las tomaban como referencia para bombardear la ciudad.
Cuando entres en la catedral, verás en el suelo la huella de un pie. Se supone que es la huella del diablo. Te cuento: antes de construir la Catedral, el arquitecto prometió al diablo que sería un lugar sombrío y que por tanto, solo habría una vidriera. La leyenda cuenta que el día en que acabaron las obras, el diablo se quedó a la entrada de la catedral. Desde ahí parecía lúgubre, fría y oscura. Pero cuando el diablo dio un paso más (su huella), descubrió que había vidrieras a cada lado. Lucifer se enfureció tanto que intentó levantar una descomunal corriente de aire que destrozaría la catedral. Sobra decir que no lo consiguió. Sin embargo, es cierto que en las calles de la Catedral hay mucha corriente. No te asustes, no es el diablo. La catedral está situada en una zona donde convergen varias calles y por física hay más corriente. Pero, ¿a que mola pensar que es el diablo que sigue de mala leche? Bueno pues te digo que en el techo de la catedral hay otra curiosidad que no te voy a contar. ¡Así te hago viajar a Múnich! 😉
En el casco también está la plaza Odeon donde Hitler daba mítines. De hecho, fue en Múnich donde comenzó su carrera política. Si cuando vayas a esta ciudad coges un guía, te explicará muchas cosas de la historia alemana que sucedieron allí. De todo, te voy a contar una de las cosas que más me llamó la atención: el callejón del tramposo.
Cuando un ciudadano pasaba por el Odeonsplatz debía hacer el saludo nazi. Para que la gente lo hiciera, Hitler mandó poner dos soldados en la plaza los 365 días, las 24 horas. Había muniqueses que preferían no hacer este saludo, así que lo evitaban caminando por una calle situada justo detrás de la plaza. Cuando el gobierno de Hitler se percató del tejemaneje, puso policías vestidos de paisanos en la calle que los nazis bautizaron como el callejón del tramposo. Al final de esta calle, a quien no hiciera el saludo nazi, le esperaba un furgón que viajaba derechito al campo de concentración Dachau, a unos 15 km al norte de Múnich.
Schloss Nymphemburg
Pasamos del centro al oeste para presentarte el castillo Nymphemburg. Era el palacio de verano de Fernando María y su esposa Enriqueta Adelaida de Saboya. No puedes irte sin dar una vuelta por sus parques y contemplar los cisnes que nadan tranquilamente en sus estanques señoriales.
Schloss Neuschwanstein
Y de un castillo pasamos a: EL CASTILLO. Si cuando ves su foto te suena de algo, es porque Disney se inspiró en Neuschwanstein para pintar el suyo propio, el de la Cenicienta. Sí, sí, el castillo que sale en la cabecera de todas sus películas.
Ir a ver el Schloss Neuschwanstein supone una excursión de un día. Pero es bonito, MUY bonito. Para visitarlo tienes que viajar dos horas en tren hasta Füssen, frontera con los Alpes.
Paisajes preciosos, montañas espectaculares, un pueblo con casas de cuento, un lago cristalino, el castillo Hohenschwangau situado en una colina y arriba, en lo alto de montaña se alza Neuschwanstein, el castillo del rey loco.
Hay muchas cosas por contar, así que abreviando: es impresionante. Solo te diré que dentro del propio castillo hay un trono que imita a la mezquita de Santa Sofía (Estambul), muchísimas salas inspiradas en las óperas de Wagner y una gruta artificial.
Conste que salí del castillo maravillada porque el paisaje es espectacular y el interior es impresionante. Eso sí, que quede entre tú y yo, creo que Luis II (el rey loco) estaba enamorado de Wagner hasta las trancas, porque todo hacía referencia a su música. Y gracias a este rey, el compositor tuvo una vida acomodada y estupenda.
Por cierto, lo del rey loco viene a que nuestro amigo Luis II padecía una fiebre constructora. Se gastó tanto dinero en hacer sus castillos que sus deudas ascendieron a 14 millones de marcos. Murió “sospechosamente” ahogado en el lago Starnberger See.
Bieregärten y tabernas tradicionales
Y viene lo que más me ha gustado de Múnich: los Bieregärten (cervecerías-jardín) y las tabernas tradicionales. ¡Aquí es donde reside el verdadero espíritu bávaro!
Son recintos grandes llenos de mesas y bancos de madera donde se mezcla la gente y donde haces amigos por doquier. Si eres tímido, ¡no te preocupes! Con la segunda jarra perderás tu timidez. 😉
Dicen que quien no se sienta en un banco de madera a la sombra de los castaños con un maβ (litro) de cerveza en la mano mientras percibe el aroma de las salchichas de cerdo, no conoce Múnich. Mis padres, mi hermana y yo conocemos Múnich de cabo a rabo. En concreto estuvimos en estas:
Viktualienmarkt (cervecería-jardín)
Un mercado que está al lado de Marienplatz y que tiene su cervecería-jardín estatal en el centro del mercado, donde se vende a parte de cerveza y comida, flores, adornos de pascua, y muchas cosas más.
¡Curiosidad! Las cervecerías estatales tienen por obligación vender la misma cantidad de cerveza de todas las marcas. Es decir que tienen, por ejemplo, diez barriles de Franziskaner. Cuando se acaban, sacan diez barriles de Paulaner, y luego diez de HB. De tal forma que no haya predilección por una marca u otra.
Hofbräukeller (cervecería-jardín)
Se encuentra al otro lado del río Isar (río que atraviesa Múnich). Es el antiguo emplazamiento de la fábrica y bodega de la cerveza Hofbräu. El sitio es chulísimo.
Chinesischer Turm (cervecería-jardín)
Esta cervecería-jardín para mí es de obligada visita. Está en un parque de la zona universitaria de la ciudad. Los fines de semana en la segunda planta actúan bandas de viento (música típica bávara) mientras te tomas tranquilamente tu cervecita en uno de sus 7000 asientos.
Augustinerbräu
Una taberna con una decoración espectacular donde probar la comida típica de Baviera y beber, cómo no, cerveza. Aquí, como su propio nombre indica, solo te servirán Augustiner. De todos los tipos, pero Augustiner.
La comida típica bávara son los bretzel (panecillos salados en forma de lazo que salen en capítulos de los Simpson), el codillo, las salchichas, la col, los quesos bávaros, y lo que llaman el oro líquido: la cerveza.
Confieso que de todos los tipos, me quedo con la WieβeBier. Aunque la típica de Múnich se llama Hell. Cuando vayas, ¡cuéntame cuál te ha gustado más!
Hofbräuhaus (taberna)
En la guía decía: “en cualquier visita a Múnich se debe peregrinar a esta venerable cervecería”. Y yo digo: “¡o vas o no sabes lo que te pierdes!”
No es solo un sitio turístico, porque ir allí es casi una religión para los lugareños. Incluso muchos se acercan vestidos con el traje típico bávaro. Tocan bandas de viento todos los días, la gente bebe, come, canta, aplaude… Es una taberna inmensa que merece la pena visitar.
Si conoces Múnich, sabrás que me faltan muchas cosas, como por ejemplo Olympiapark o el famoso Deutsches Museum. Eso es porque he decidido centrarme en las cosas que más me han gustado ¡para que este post no se hiciera eterno! Seguro que también te has fijado en que he hecho especial hincapié en las cervecerías-jardín. Espero que no pienses que soy una borrachina. 😉 Es que, al final, lo bonito de los sitios es conocer la gente y su día a día. Y no hay mejor sitio para entablar conversación con los muniqueses que en sus tabernas y cervecerías-jardín. La verdad es que Múnich por su ambiente es una ciudad donde no me importaría vivir. PROST!
P.D. Pido disculpas a mi hermana y a mis padres por publicar las fotos sin su consentimiento. ¡Familia, este viaje no hubiera sido lo mismo sin vosotros y había que reflejarlo! ¡Os quiero!
Te expresas tan bien que me has persuadido para querer ir a Múnich. Y eso que no me gusta la cerveza… 😉
Jajaja ¡Gracias Ani! El día que vayas, los tipos de cerveza los tienes que probar, ¡aunque no te guste! ¡Hay que adaptarse al lugar! ¡Un abrazo!
Vaya por dios. A Munich voy en Mayo y la verdad es que no sabía que ese castillo andaba por ahí cerca!! Que chulo. Un amigo me ha regalado una entrada para ver a Kiss, Metallica, Muse, etc en un festival en Munich y estoy estudiando la posibilidad de ir antes a inspeccionar la ciudad. Gracias por el post, me será muy muy útil 😉
¡Hola Rubén! La ciudad, en realidad, te la ves rápidamente en una mañana. Eso sí, lo divertido es tomarte tu tiempo (y tu cervecita) en los Bieregärten y encima como vas en mayo, saldrá el sol y habrá mucho ambiente. Así que antes o después del festival, te recomiendo que al menos te pases por uno de ellos. 😉 ¡Ya me contarás qué tal!
P.D. El castillo merece mucho la pena, pero cuenta con que es una excursión de un día entero y es muy aconsejable pillar las entradas desde España. Así, te ahorras la cola que suele ser gigante. Para llegar hasta Füssen, si vas en transporte público, hay un ticket-abono de ida y vuelta que sale mega barato. Si necesitas más info, escríbeme. ¡Beso!
Hola Lucía!
Leí tu relato del viaje a Jordania y me encantó la forma de describirlo. Próximamente voy a viajar a Múnich y he leído también el relato del viaje y me ha vuelto a encantar. Me ha servido de ayuda aunque yo voy en un viaje organizado. Muchas gracias, ¡sigue escribiendo!
¡Hola Germana! ¡Qué alegría leerte! ¡Muchísimas gracias por compartir conmigo una opinión tan positiva! Espero que en Múnich lo pases fenomenal. A tu vuelta, ¡cuéntame! Un abrazo, Lucía